Esta realidad social y demográfica no ha impedido que el partido republicano en el congreso estatal se apresure a aprobar leyes consideradas discriminatorias contra las transgéneros, o reducir los presupuestos de asistencia social
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Un estimado de 886 mil adultos en Florida se identifican como miembros de la comunidad LGBT, un aumento progresivo en los últimos años que ha convertido a este estado, históricamente gobernado por conservadores, en un campo de batalla entre libertades y reivindicaciones, de acuerdo con un último estudio basado en encuestas, datos públicos estatales y federales.
Con un lento, pero progresivo avance de medidas que obstaculizan la inclusión de las minorías sexuales a lo largo de varios estados de la nación, la última decisión del partido republicano en Florida contra las jóvenes transgéneros, ha creado la tormenta perfecta en torno a la reivindicación de derechos que apunta a entrar en discusión.
El número estimado de adultos LGBT (lesbianas, gay, bisexuales y transexuales) en el conjunto de los estados de la nación es de unas 11,4 millones personas, un 4,7% de la población, según uno de los análisis demográficos más serios hasta ahora presentados por el Instituto Williams de la Facultad de Derecho de la UCLA, que promueve discusiones y estudios en torno a la orientación sexual e identidad de género.
La investigación no incluyó la identidad Queer.
Florida ocupa el quinto lugar del país con una mayor comunidad LGBT, 4,8% de sus residentes, y por área metropolitana Miami está entre las diez ciudades de EEUU con una alta población de minorías sexuales diversas, al menos unas 230 mil personas.
Ese amplio universo de la ciudad está integrado por una comunidad de inmigrantes de origen latino, en su mayoría, que encontraron en Miami, o en Florida en general, un espacio para llevar sus vidas conforme la mentalidad, un tanto conservadora de su población local, se ha abierto y adaptado a los cambios sociales.
“Ser gay en Miami hasta hace veinte años era sinónimo de amaneramiento, de algo que respetaban, pero a la vez era rechazado y mal visto por la gente. Hoy en día es distinto, es más fácil ser gay aquí”, confiesa el señor Rolando Guerra, un cubano de 58 años que llegó a Miami en 1996 tras escapar de la dictadura de su país.
Se estima que hay 1.3 millones adultos LGBT nacidos en el extranjero en los EEUU, incluidos 289 mil (22.7%) que son indocumentados y 984 mil (77.3%) con papeles en regla, según datos del Pew Research Center, la encuestadora Gallup y la Oficina del Censo recopilados por el Instituto Williams.
La diversidad con la cual los Estados Unidos convive más allá de un babel de lenguas y razas se ha ido trasladando, progresivamente, a la reivindicación de las preferencias sexuales sin prejuicios, conforme la nación debate a diario sobre el racismo, la inclusión, y mayores derechos civiles para las minorías.
“Lo sorprendente es que hay personas LGBT que viven en todo los EEUU, muchas de ellas en las ciudades, con una increíble diversidad. Están representados en todos los grupos étnicos raciales, sin excepción”, admite Kerith Conron, directora de investigación y académica del Instituto William que ayudó a realizar el estudio.
“Son jóvenes, son mayores. Tienen familia, algunos de ellos les va bien económicamente. Pero muchos de ellos, también, son pobres, desempleados, sin seguro médico, con inseguridad alimentaria”, dijo Conron a ITEMP en una entrevista.
Al segmentar el universo LGBT, el estudio halló que el estimado de la población transgénero es 1,4 millones de adultos, más del doble que hace ocho años, cuando datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) calculó a este grupo en unas 680 mil personas en el país.
El panorama de la población LGBT con los años ha ido variando, sobre todo, luego de la decisión de la Suprema Corte que otorgó en 2015 el derecho a las personas del mismo sexo a casarse y adoptar niños, situación que se refleja en los estudios al mostrar cada vez más familias homoparentales con hijos, un 29% de esta comunidad.
“Tengo que ser bastante honesta, nuestra comunidad es muy diversa, y con el tiempo va a darse un proceso de transformación social interesante”, señala Conron.
Por estados, California tiene la mayor población “trans” de EEUU con unos 157 mil adultos estimados, seguido por Texas con 125 mil y Florida en el tercer lugar con al menos 100 mil adultos que se identifican como transgéneros.
En la última década la apertura en Florida de centros para Terapias de Remplazo Hormonal (HTR, en inglés) y servicios de afirmación de género están permitiendo que las personas transgéneros ejecuten su transición cerca de su hogar, familia, y, en algunos casos, recibiendo subsidios privados, contó Avani Vijayalakshmi-Ramanathan, del Departamento de Salud de Florida en el condado de Broward en un correo.
Utilizando datos de los sondeos de seguimiento diario de la encuestadora Gallup, el informe del Instituto Williams aportó estimaciones de la población de adultos LGBT en las 55 áreas metropolitanas más grandes del país.
El análisis incluyó clasificaciones de las 10 principales zonas metropolitanas por población y porcentaje de residentes LGBT, un estudio riguroso que permite dar protagonismo a una minoría cada vez más abierta y en defensa de sus derechos.
El número estimado de adultos LGBT estadounidenses en grandes áreas metropolitanas se concentra en diez estados con las ciudades de Nueva York, Los Angeles, Chicago, San Francisco y Miami en los primeros puestos con mayor diversidad sexual.
El área metropolitana de Nueva York (Nueva York-Newark-Jersey City) tiene la mayor población de adultos LGBT de cualquier ciudad estadounidense, unas 800 mil personas.
En la antípoda está Tulsa, en Oklahoma, que tiene la menor cantidad de adultos LGBT, según el estudio.
Conron, una epidemióloga social y psiquiátrica, cuyo trabajo se centra en documentar las inequidades que afectan a las poblaciones de minorías sexuales y de género, admite que, con el pasar de los años, la comunidad LGBT ha ganado espacio gracias a la unión entre colectivos y la “voluntad de poner un número a ese vasto y diverso grupo para impulsar políticas”.
“Hace mucho tiempo no teníamos datos y, por lo tanto, las personas eran invisibles. Y era fácil para la gente que hacía políticas y programas decir que, en sus áreas, no había gente LGBT, ‘así que no tengo que preocuparme por sus necesidades’ era su comentario”.
El verdadero salto en el aumento de la población LGBT es particular entre la edad de la escuela secundaria y posterior, de 18 a 24 años, “allí es donde realmente vemos un gran salto porque verás que más del 10% se identifica como LGBT”, remarca la experta.
Por ciudad, Miami, Jacksonville, Orlando y Tampa reúnen la mayor proporción LGBT de Florida, precisamente donde las comunidades inmigrantes se han asentado históricamente y la diversidad sexual predomina como característica natural de cualquier sociedad moderna.
Orgullo verdadera
Para Marco Torrealba, un venezolano que en 2015 llegó a Florida desde Caracas, la capital de esa nación suramericana, construir (o reconstruir) una nueva vida alejada de prejuicios y estigmas por ser gay, encarnó un desafío donde cada detalle fue una pieza vital en el rompecabezas que se transformó su vida a diaria cuando se vio obligado a emigrar.
“Ser gay es una bendición, me permitió entender el mundo de una forma diferente, me permitió adaptarme y evolucionar”, admite.
“Cuando eres LGBTQ o perteneces a ese grupo siempre vas a vivir alerta porque constantemente hay espacios donde se puede dar la lucha. En lo legal, con respecto a los beneficios y derechos, y en lo personal, con miembros de la familia, amigos, conocidos”, asiente Marco.
“Mi integración a Estados Unidos fue bien apropiada. Reside en el hecho de que, como inmigrante, decidí desaprender y volver a aprender muchas cosas”, dice Torrealba.
Al finales de 2019 él contrajo matrimonio convirtiéndose en una de las casi 130 mil parejas del mismo sexo cuyo cónyuge es ciudadano estadounidense y el otro no, de acuerdo con datos de la Oficina del Censo.
“Miami es una ciudad que requiere foco. Que te recibe con los brazos abiertos en temas de inclusión LGBTQ y que cada día hace un esfuerzo por recordártelo”.
Marco es un átomo en el universo de inmigrantes de la comunidad LGBT en los EEUU estimada en 1,3 millones de adultos, de los cuales unos 290 mil (23%) serían indocumentados, según un informe Pew Research Center.
En 2019 un retrato de los adultos LGBT en el sur de la Florida, presentado por el Instituto William, proyectó que a pesar de la gran población de personas de esta comunidad que viven en el suroeste del estado, la mayoría carecen de protecciones legales importantes.
Para muchos colectivos que hacen vida en Florida en defensa de la comunidad gay el estado se enfrenta a una cruzada conservadora que arriesga avances sociales de las últimas dos décadas a medida que el gobernador del estado, Ron DeSantis, aprueba leyes y reduce subvenciones que afectan directamente a la comunidad LGBT.
“Seamos claros sobre qué es esto: el gobernador DeSantis ha declarado la guerra a la comunidad LGBTQ de Florida”, dijo Brandon Wolf, de la organización Equality Florida y sobreviviente del tiroteo de Pulse, la discoteca nocturna en la ciudad de Orlando que en 2016 fue atacada por un terrorista doméstico que asesinó a 49 personas.
DeSantis promulgó un proyecto de ley que prohíbe a las niñas y mujeres trans competir en la escuela y en deportes universitarios de acuerdo con su identidad de género. La polémica en torno a esta decisión abrió un intenso debate en vista de que otros estados del país están presentando leyes similares.
La Campaña de Derechos Humanos, una organización de defensa y cabildeo político LGBT, dijo que demandará la legislación en los tribunales. Es la segunda vez en menos de un año que Florida es sometida a una demanda por aplicar leyes consideradas contrarias a los LGBT.
“Siempre haremos frente a las fuerzas contrarias a la igualdad en nombre de los niños transgénero, y eso es exactamente lo que planeamos hacer al desafiar legalmente esta prohibición de la participación de niñas y mujeres transgénero en los deportes”, declaró la organización en un comunicado.
“Oficialmente 2021 en el peor año para la legislación anti-LGBTQ en la historia reciente. Con más de 20 nuevas leyes hasta ahora, el número es más del doble de lo que vimos en los últimos tres años combinados”, advirtió en un artículo Alphonso David presidente de Human Rights Campaign.
Una cruzada en el camino
En un momento en el que miles de hispanos están huyendo de las crisis que golpean a sus países por la pandemia, las minorías sexuales vulnerables también están a las puertas de la frontera sur en busca de amparo contra la persecución e intolerancia.
Al menos entre 2012 y 2017 unas 11,400 solicitudes de asilo se presentaron en los Estados Unidos por parte de personas miembros de la comunidad LGBT, según el Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS).
Pero el caso de Chanel Silva no luce tan lejano y es un recuerdo vivo de que a las puertas del país hay decenas de personas de minorías sexuales cada vez más vulnerables a la espera de recibir protección.
Al borde de una pandemia que parecía consumirlo todo, Chanel decidió emprender un largo viaje que durante semanas la llevó de un humilde dormitorio en Uruguay, hasta la profundidad de la frontera sur de los Estados Unidos donde comenzó a sentir lo que describió como “la verdadera libertad”, luego de escapar de Cuba donde nació hace 30 años.
Para Chanel todo era distinto a los demás. Muy distinto en esa travesía de pantanos, ríos profundos, hambre, desesperación.
Ella es transgénero que a finales de 2019 dio el paso más firme de su vida, y tomó la decisión de hacerse mujer. Lo que siempre fue, sintió y deseó, pero gravitaba en el cuerpo equivocado, con el nombre incorrecto. Nada era real.
“Yo salí de Cuba hacia Guyana. De allí atravesé todo Brasil en autobús; caminando; en avioneta; en burro, para luego asentarme en Uruguay. Allí comencé mi terapia de remplazo para hacerme transgénero, pero sé que mi destino, mi verdadera libertad estaba en los Estados Unidos”, recuerda Chanel mientras ensortija con un dedo un tramo de su larga cabellera rubia.
Su travesía continuó hacia Panamá, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala en Centroamérica, a expensas de hombres anónimos que la llevaban de un sitio a otro junto a decenas de inmigrantes desconocidos y esparcidos por grupos.
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el 88% de los solicitantes de asilo y refugiados LGBTQ que huyen de la persecución del Triángulo Norte han enfrentado violencia sexual o de género en su país de origen.
Ese viaje interminable en burro, caballo, marchando, en la cima de camiones con animales, la terminó conduciendo al borde de México, donde por varios días recordó lo que era el hambre, hasta poder cruzar el Río Bravo para tocar las puertas de la frontera sur estadounidense y, como otras tantas personas, solicitar refugio.
En enero de 2021 el pico de contagios por la pandemia de coronavirus era alarmante en todo el mundo, sobre todo en EEUU, pero el temor de Chanel en esos días era, más que morir por Covid, el tener que doblegar su voluntad y no llegar a América, descontinuar su transformación hormonal, y lo peor, no reencontrarse con su familia que desde 2015 está en Miami.
El peor de los escenarios era no alcanzar lo que ella sigue resumiendo como “la verdadera libertad, la felicidad”.
“A finales de enero entré por Texas desde un pequeño pueblo fronterizo con México, y como mi familia estaba en Miami, los agentes de inmigración me permitieron el ingreso hasta decidir mi proceso. Estuve retenida un par de días hasta que se me permitió salir. Al ser una transgénero las cosas resultaron distintas. En lo personal ya no me importaba nada, un día más o menos, no hacía la diferencia”.
La actitud de los estadounidenses hacia las personas LGBT ha cambiado sustancialmente con los años, pero en cada período electoral o frente a determinadas circunstancias que terminan en las cortes, la polarización revive.
Las encuestas de opinión muestran que la mayoría del país apoya el matrimonio entre personas del mismo sexo, en menos cuantía creen que deberían poder adoptar niños, así como piensan que corresponde proteger a estas minorías de la discriminación.
El debate, como nunca, es sobre la tolerancia y si el país es capaz de evolucionar en su forma de ver e imaginar una nueva sociedad con igualdad de derechos.