Ocuparon el tercer puesto en 2020 por valor de ventas entre los clientes extranjeros que mayores propiedades residenciales adquirieron, muchos de ellos aún en Venezuela, lienzo que ilustra los contrastes de esa diáspora. Pero fue 2015 el gran año del boom cuando los corruptos que saquearon la nación suramericana también llegaron a “invertir”
Ocuparon el tercer puesto en 2020 por valor de ventas entre los clientes extranjeros que mayores propiedades residenciales adquirieron, muchos de ellos aún en Venezuela, lienzo que ilustra los contrastes de esa diáspora. Pero fue 2015 el gran año del boom cuando los corruptos que saquearon la nación suramericana también llegaron a “invertir”
Llegó un punto en el cual el éxodo de venezolanos hacia Estados Unidos, huyendo de una dictadura en ciernes en su otrora rica nación petrolera, los convirtió por primera vez en 2015 en los principales compradores extranjeros de viviendas en Florida.
Eran anhelados entre los agentes inmobiliarios (realtors) por sus pagos en efectivo, por buscar discreción y apostar por zonas exclusivas donde se llegaron a distorsionar los precios.
En medio de la pandemia de coronavirus y con un mercado inmobiliario en Estados Unidos malherido por la crisis de salud pública, los venezolanos gastaron 900 millones de dólares en la adquisición de residencias en Florida en 2020, de acuerdo a un informe, el tercer puesto por valor de ventas entre los clientes extranjeros que mayores propiedades compraron, un lienzo que ilustra los contrastes de esa diáspora.
Es cierto que atrás quedó la explosión de venezolanos millonarios y con ahorros que llegaban a Florida en busca de una nueva vida, una pequeña pero poderosa parte de ese boom inmobiliario de hace un lustro respondió a millonarias compras que jerarcas de la corrupción hicieron para lavar dinero, muestra una investigación del Proyecto ITEMP basada en la revisión de informes de adquisiciones y estadísticas públicas.
El Proyecto ITEMP obtuvo el último informe de la Asociación Nacional de Realtors (NAR) sobre las transacciones residenciales internacionales de Florida en 2020, que esboza un retrato previo y posterior al impacto de la pandemia sobre el mercado inmobiliario estadounidense con datos de agosto de 2019 a julio de 2020.
Hay elementos clave en el estudio como el hecho de que mientras los brasileños tendían a comprar propiedades en el rango más alto (438.900 dólares) los venezolanos les seguían con un valor de compra estimado en 352.300 dólares. Los canadienses y británicos, por el contrario, adquirieron propiedades que rondan los $ 250.000 a $ 300.000.
El dato más revelador en relación con Venezuela es que el 69% de los que adquirieron viviendas en 2020 eran “extranjeros no residentes (Tipo A)”.
Es decir, no estadounidenses que habitaban fuera del país y que “suelen comprar propiedad como inversión y/o para vacaciones en EEUU de menos de seis meses”, un reflejo de que a pesar de la crisis en Venezuela aún el dinero sigue llegando a las calles de Miami.
Si bien el último semestre de 2020 es clave para comprender el efecto total de la crisis de salud, el mercado global comenzó a sentir los embates de esta contingencia a partir de febrero, con julio, en muchos casos, como el mes horribilis.
Si hasta hace seis años los venezolanos figuraron como los extranjeros que más viviendas adquirían en Florida, con el tiempo, conforme la crisis en Venezuela se agudizó, el relevo fue asumido por clientes de otros países sin que esta comunidad dejara de figurar en los primeros puestos de compras por volumen y valor.
Un grueso de esa comunidad (74%) suele comprar en el sur de la Florida en ciudades como Miami, Fort Lauderdale y West Palm Beach, revela el informe.
Y es que por décadas el sur de la Florida fue el eterno edén para los venezolanos que, en medio de la bonanza petrolera y una burbuja de riqueza, llegaban a Miami y Orlando para derrochar dólares y lujos que, con el tiempo, anhelarían tras el estallido de una crisis política que forzó a miles de ellos a exiliarse en la misma ciudad que los acogió como pródigos turistas y ahora como inmigrantes menesterosos.
El Proyecto ITEMP obtuvo el último informe de la Asociación Nacional de Realtors (NAR) sobre las transacciones residenciales internacionales de Florida en 2020, que esboza un retrato previo y posterior al impacto de la pandemia sobre el mercado inmobiliario estadounidense con datos de agosto de 2019 a julio de 2020.
Hay elementos clave en el estudio como el hecho de que mientras los brasileños tendían a comprar propiedades en el rango más alto (438.900 dólares) los venezolanos les seguían con un valor de compra estimado en 352.300 dólares. Los canadienses y británicos, por el contrario, adquirieron propiedades que rondan los $ 250.000 a $ 300.000.
El dato más revelador en relación con Venezuela es que el 69% de los que adquirieron viviendas en 2020 eran “extranjeros no residentes (Tipo A)”.
Es decir, no estadounidenses que habitaban fuera del país y que “suelen comprar propiedad como inversión y/o para vacaciones en EEUU de menos de seis meses”, un reflejo de que a pesar de la crisis en Venezuela aún el dinero sigue llegando a las calles de Miami.
Si bien el último semestre de 2020 es clave para comprender el efecto total de la crisis de salud, el mercado global comenzó a sentir los embates de esta contingencia a partir de febrero, con julio, en muchos casos, como el mes horribilis.
Si hasta hace seis años los venezolanos figuraron como los extranjeros que más viviendas adquirían en Florida, con el tiempo, conforme la crisis en Venezuela se agudizó, el relevo fue asumido por clientes de otros países sin que esta comunidad dejara de figurar en los primeros puestos de compras por volumen y valor.
Un grueso de esa comunidad (74%) suele comprar en el sur de la Florida en ciudades como Miami, Fort Lauderdale y West Palm Beach, revela el informe.
Y es que por décadas el sur de la Florida fue el eterno edén para los venezolanos que, en medio de la bonanza petrolera y una burbuja de riqueza, llegaban a Miami y Orlando para derrochar dólares y lujos que, con el tiempo, anhelarían tras el estallido de una crisis política que forzó a miles de ellos a exiliarse en la misma ciudad que los acogió como pródigos turistas y ahora como inmigrantes menesterosos.
El Proyecto ITEMP obtuvo el último informe de la Asociación Nacional de Realtors (NAR) sobre las transacciones residenciales internacionales de Florida en 2020, que esboza un retrato previo y posterior al impacto de la pandemia sobre el mercado inmobiliario estadounidense con datos de agosto de 2019 a julio de 2020.
Hay elementos clave en el estudio como el hecho de que mientras los brasileños tendían a comprar propiedades en el rango más alto (438.900 dólares) los venezolanos les seguían con un valor de compra estimado en 352.300 dólares. Los canadienses y británicos, por el contrario, adquirieron propiedades que rondan los $ 250.000 a $ 300.000.
El dato más revelador en relación con Venezuela es que el 69% de los que adquirieron viviendas en 2020 eran “extranjeros no residentes (Tipo A)”.
Es decir, no estadounidenses que habitaban fuera del país y que “suelen comprar propiedad como inversión y/o para vacaciones en EEUU de menos de seis meses”, un reflejo de que a pesar de la crisis en Venezuela aún el dinero sigue llegando a las calles de Miami.
Si bien el último semestre de 2020 es clave para comprender el efecto total de la crisis de salud, el mercado global comenzó a sentir los embates de esta contingencia a partir de febrero, con julio, en muchos casos, como el mes horribilis.
Si hasta hace seis años los venezolanos figuraron como los extranjeros que más viviendas adquirían en Florida, con el tiempo, conforme la crisis en Venezuela se agudizó, el relevo fue asumido por clientes de otros países sin que esta comunidad dejara de figurar en los primeros puestos de compras por volumen y valor.
Un grueso de esa comunidad (74%) suele comprar en el sur de la Florida en ciudades como Miami, Fort Lauderdale y West Palm Beach, revela el informe.
Y es que por décadas el sur de la Florida fue el eterno edén para los venezolanos que, en medio de la bonanza petrolera y una burbuja de riqueza, llegaban a Miami y Orlando para derrochar dólares y lujos que, con el tiempo, anhelarían tras el estallido de una crisis política que forzó a miles de ellos a exiliarse en la misma ciudad que los acogió como pródigos turistas y ahora como inmigrantes menesterosos.
Los compradores extranjeros adquirieron en Florida 33.900 viviendas, 7% menos que en los 12 meses anteriores (36.400) entre agosto de 2019 y julio de 2020.
Las compras por parte de ciudadanos no estadounidenses representaron 8% de las ventas de viviendas existentes en todo el estado, una caída del 9% equiparada a la tendencia nacional.
El shock económico para Florida a raíz de la pandemia fue extraordinario por su modelo de economía de servicios, lo que ayuda a entender una de las múltiples razones de ese descenso sin apartar la contracción de la economía mundial producto de la contingencia.
Tierra de compras
Cuando el Gobierno federal ordenó el cierre de la economía a mediados de marzo de 2020, la actividad aeroportuaria en Florida se paralizó, los cruceros cancelaron viajes y cientos de hoteles anularon reservaciones, dejando varados a miles de potenciales compradores extranjeros.
Los principales países de origen de clientes extranjeros en Florida fueron Canadá (21%), Brasil (7%), Argentina (6%), Venezuela (5%), Reino Unido (5%) y Colombia (5%). La fracción de compradores de estos países disminuyó en comparación con el período de 12 meses anterior, excepto la del Reino Unido, de acuerdo con el informe.
En términos de volumen en dólares, los canadienses compraron 3.2 billones de dólares en propiedades, seguidos por los brasileños, 1.4 billones; los venezolanos, 900 millones; los británicos, 600 millones; los argentinos, 600 millones; y los colombianos, 500 millones, según la NAR, una entidad que agrupa a la mayoría de los realtors de Estados Unidos.
Pero incluso con la crisis de salud global y los malos presagios de la economía, el volumen de adquisiciones en dólares de los principales compradores se redujo en todos los casos con respecto a los niveles del periodo anterior de 12 meses, excepto con el Reino Unido y Venezuela, donde las ventas se mantuvieron estables.
Un volumen de 74 billones de dólares en ventas residenciales a compradores extranjeros en todo el país se registró entre abril de 2019 y marzo de 2020, 5% menos que los 77.9 billones de abril de 2018 a marzo de 2019.
Florida tuvo ventas de viviendas a extranjeros por el orden de 15.6 billones de dólares, un 2% menos que el nivel de los 12 meses anteriores, de 16 billones de dólares.
En toda la nación las compras de viviendas por parte de extranjeros representaron 3% de todas las ventas existentes con Florida en el primer puesto del mercado por demanda, seguido de California, Texas, New York y New Jersey, respectivamente.
En sí los latinoamericanos y caribeños constituyen la mayor parte de los compradores de Florida, y hasta el año pasado fueron 37% de esa fuerza, aunque representaron una parte mucho menor en comparación con el periodo anterior de 12 meses (43%).
Los venezolanos en el top de los compradores extranjeros de bienes raíces en Florida llama la atención en el contexto de la crisis que atraviesa Venezuela, que forzó a unos 5,4 millones de personas a refugiarse y migrar en todo el mundo en el último lustro, la gran mayoría hacia países de América Latina y el Caribe, de acuerdo con ACNUR.
Un grupo de venezolanos es atendido por ACNUR en una zona fronteriza de Venezuela (Foto/ACNUR)
Es a partir de 2015 al fragor de una crisis que comenzaba a agudizarse y mostrar su lado más lúgubre, cuando la clase media y adinerada en Venezuela emprendió la migración hacia destinos tradicionales como Miami o la capital española, Madrid, donde los venezolanos competían por adquirir lujosas propiedades en barrios exclusivos.
Esa clase económica migrante, sin embargo, se topó de frente con una minúscula pero poderosa cleptocracia venezolana que hizo millones de dólares al calor de la corrupción chavista, la cual también comenzó a llegar en 2014 a Florida buscando ocultar su botín, camuflándose entre miles de sus compatriotas que huían de la crisis en cierne.
Así en 2015 los venezolanos pasaron a ocupar el primer lugar como compradores extranjeros de viviendas en Florida con un gasto superior al billón de dólares (18,5% del mercado), según el informe de la NAR, destronando ese año a ciudadanos de países ricos como Canadá, Reino Unido o Brasil.
En solo cuatro años, entre 2011 y 2015, los venezolanos casi triplicaron sus compras de viviendas en Florida. Pasaron de un modesto 6,8% de la cuota del mercado aquel año al 18,4% registrado en 2015.
Frutos de la corrupción
Los registros del Departamento del Tesoro y el Departamento de Justicia examinados por el Proyecto ITEMP sobre las propiedades congeladas a los jerarcas del chavismo en los últimos tres años reveló que un grueso de las mansiones, apartamentos, condominios y bienes suntuosos a lo largo de Florida y New York fueron adquiridos entre 2014 y 2015, dando sentido a ese repunte de compras con sello venezolano.
Tres lujosas residencias pertenecientes a Alejandro Andrade, extesorero nacional de Venezuela y antiguo guardaespaldas del presidente Hugo Chávez, fueron puesta a la venta por el Departamento del Tesoro en abril de 2019, con la misión de recuperar parte del botín confiscado al militar, sentenciado en 2018 a diez años de prisión en EEUU.
De las cinco propiedades de bienes raíces que la justicia estadounidense incautó a Andrade, tres de ellas alcanzaron en conjunto los 30 millones de dólares. Los registros revelaron que las compras se dieron entre 2013 y 2015.
En 2013 cuando fallece Hugo Chávez se reportaron más de 20 mil millones de dólares en desfalcos al Estado venezolano.
Una de esas residencias localizadas en Palm Beach, Florida, fue vendida en junio de 2019, por orden del Departamento de Justicia, por 14,4 millones de dólares.
La normativa que rige el decomiso de activos por parte del Departamento del Tesoro y otras agencias indica que todas las ganancias de la venta de bienes inmuebles se depositan en el Fondo de Confiscación del Tesoro (TFF).
Entre las líneas que trazan el mapa de la cleptocracia que impera en ese país caribeño, la acusación formal que la Corte de Distrito Sur de Florida dio a conocer en 2019 contra el empresario venezolano Raúl Gorrín, dueño del canal de televisión venezolano Globovisión, es un reflejo de las poderosas tramas de corrupción y lavado de dinero que allí surgieron.
Un total de 24 propiedades valoradas en 80 millones de dólares entre casas, penthouse, apartamentos y mansiones en exclusivos sectores de Miami y Nueva York, aparecieron en la acusación contra Gorrín, quien las habría utilizado para lavar dinero de la corrupción, según la imputación judicial.
Hasta 14 propiedades en el exclusivo sector de Coral Gables, en Miami, entre ellos, 11 apartamentos en un solo edificio donde era dueño de casi dos pisos completos; tres unidades en un mismo condominio de Nueva York y otros siete a un par de manzanas dentro de la “capital del mundo”, constituyen algunos de los patrimonios de Gorrín señalados hasta el momento por la justicia.
Los registros examinados por ITEMP sobre la base de datos públicos halló que las compras se ejecutaron entre 2013 y 2015.
Nueva realidad frente al pasado
Unos 421.000 hispanos de origen venezolano residían en los Estados Unidos en 2017, según un análisis del Pew Research Center. Un grueso de la comunidad está entre Florida (52%), Texas (11%) y Nueva York (4%).
Juan Carlos Díaz es un minúsculo porcentaje de esa cifra de venezolanos que salieron de su país hacia Florida huyendo de la persecución política y la crisis social que el régimen de Nicolás Maduro germinó con su ascenso a la presidencia de ese país, y para él tener una vivienda propia resulta más que una necesidad un asunto de cultura.
“En Venezuela nuestro mayor logro es tener una vivienda propia. Un alquiler, como suele pasar en EEUU, no es algo común. Con la situación como está en mi país tener una casa es imposible. Aquí en Estados Unidos, con trabajo, con lo organizado del sistema a la hora de querer comprar, es mucho más sencillo. Lo clave está en ahorrar”, dice Díaz desde el teléfono mientras conduce al consultorio donde trabaja como higienista dental.
A sus 33 años acaba de adquirir su primera vivienda en una zona residencial de Fort Lauderdale, en el condado de Broward, para la cual tuvo que contraer una deuda de unos 350 mil dólares que deberá pagar, como tantos estadounidenses, en tres décadas.
El señor Juan Díaz dijo que buscó adquirir una vivienda nueva para ahorrar futuros costos de mantenimiento (Foto/J.D)
El higienista Díaz se alejó de lo que parece ser una tendencia de los venezolanos en Florida estos últimos años, que costearon sus nuevas viviendas in cash como lo hizo el 62% de esa comunidad en 2020, según la NAR.
Lo mismo pasa con los principales compradores extranjeros del estado, donde 90% de los argentinos pagó en efectivo, 83% de los canadienses, 70% de los colombianos y en menor cuantía los brasileños (46%).
“Es un reto todo esto, pero la realidad es que regresar a Venezuela dejó de ser un anhelo para muchos venezolanos. Ya estamos aquí, muchos cumplirán diez años de haber migrado y perdido todo. Este país nos abrió sus puertas y que mejor forma de mostrar que queremos estar aquí que comprando una casa, haciendo un hogar”.
Entre los venezolanos que viven en Estados Unidos, la tasa de propiedad de la vivienda es mayor entre los nacidos en Estados Unidos que entre los nacidos en el extranjero (51% frente a 42%), según los datos del Pew Research Center.
Para Lilimar Rojas comprar un inmueble para vivir con su familia en este momento es un asunto clave, por lo que quiere aprovechar lo que consiga de la venta de una propiedad de su familia en Venezuela para poder alcanzar esa meta.
Rojas recibió en 2020 el estatus de asilada política que el permitirá obtener la residencia permanente en los próximos meses. Aprovechando los beneficios que le otorgará su estatus, se muestra convencida que adquirir una casa propia es un objetivo a corto plazo “si todo sale bien”.
“No hay duda de que muchos corruptos compraron casas en Miami, pero también es cierto que ahora los venezolanos trabajadores y las familias que están aquí quieren invertir en una propiedad para sus hijos, es algo particular en nuestra cultura y cualquier venezolano te dirá lo mismo”, dijo la señora Rojas.
Para entender los cambios que ha sentido el mercado floridano estos últimos años los datos muestran que históricamente Canadá, Brasil, Argentina y Venezuela ocupan un puesto preferencial a la hora de invertir en una vivienda en la ciudad de Miami, Fort Lauderdale, Orlando o Sarasota.
Tradicionalmente las ciudades de Miami-Fort Lauderdale-West Palm Beach, Orlando-Kissimmee-Sanford y Palm Bay-Melbourne-Titusville son favoritas para los compradores extranjeros procedentes en su mayoría de América Latina y el Caribe, según la encuesta de la NAR.
En Lakeland-Winter Haven, Punta Gorda y North Port-Sarasota-Bradenton los compradores extranjeros proceden principalmente de Europa.
No obstante, en 2020, Tampa-St. Petersburg-Clearwater, Jacksonville y Deltona-Daytona Beach-Ormond Beach atrajeron una mezcla más diversa de compradores de América Latina, Canadá, Europa y Asia.
Con la reciente aprobación del Estatus de Protección Temporal (TPS) para los venezolanos por parte de la administración Biden, al menos 320 mil venezolanos recibirán beneficios legales abriendo la posibilidad de obtener la residencia permanente, de aprobarse la reforma migratoria en los próximos meses.
La medida puede a partir de ahora impactar en la forma en que cientos de miles de venezolanos indocumentados se ven dentro de los Estados Unidos generando un cambio en sus proyectos a corto y mediano plazo. Para muchas familias en la oscuridad durante años comprar una vivienda puede, a partir de ahora, ser una meta clave que en Florida el mercado sabrá aprovechar.