Los mensajes desde cualquier tablero y óptica que se midan lucen apocalípticos, y su difusión en español ha tenido un impacto sin precedentes.
Algunos anuncios rozan lo absurdo y hasta lucen políticamente vulgares, porque la manera en que se ha erigido la propaganda contra la campaña del exvicepresidente Joseph R. Biden Jr. y su fórmula Kamala Harris dentro del electorado hispano apunta no solo a ser desinformativa, sino incendiaria.
Para una nación donde el patriotismo es ley natural, estas elecciones se presentan, sin ambages, como una batalla del todo o nada. Bajo esta óptica la contienda polariza al electorado haciendo que el debate se estanque lejos de discutirse sobre los temas que realmente importan.
Corren las fotos trucadas del exvicepresidente con dictadores comunistas. Las versiones de una supuesta vida pedófila bajo el amparo de teorías conspirativas. Alegaciones inexactas de su pasado político como senador y, en resumen, un posicionamiento donde el aspirante demócrata es el candidato del apocalipsis.
A fin de cuentas comunista y socialista suenan igual en inglés como español.
Esto ha influido de manera sustancial en Florida donde los traumas de la diáspora cubana y venezolana terminan por marcar el curso del voto y la agenda de los políticos locales.
Entre los estados con la mayor población hispana, en Florida más de la mitad de sus habitantes son elegibles para votar (56%) convirtiendo al estado del sol en el tercero del país (3,1 millones) con mayor cantidad de votantes de origen latino, según los datos del Centro Pew.
Es Florida la que asiste dividida y con miedo a sufragar este 3 de noviembre impulsada por una maquinaria propagandística repleta de noticias falsas y rumores bajo una particular excepción: el idioma español ha tomado protagonismo como en pocas oportunidades.
Si los demócratas se juegan la contienda aupando la figura de un Trump “sin un plan” para el país en los próximos cuatro años, los estrategas del presidente contraatacan deformando la figura de Biden hasta mostrarlo como “incapaz” y una “marioneta de los radicales” de su partido.
Hasta el momento la campaña de Joe Biden ha liderado el gasto en anuncios en español a diferencia de Trump, una tendencia similar a lo que en 2008 hizo el equipo del ahora expresidente Barack Obama.
Biden gastó cerca de $6.7 millones en anuncios para la televisión hispanohablante, en comparación con los $4.9 millones invertidos por Trump desde junio hasta mediados de septiembre apuntando a ciudades como Miami, Orlando y Phoenix, según la investigación de la firma de análisis publicitario Advertising Analytics recogida por Los Angeles Times.
“La campaña de Biden también gastó más que la de Trump en la radio en español, con alrededor de $885,000 en compras de avisos frente a los $32,500 de su rival”, según el rastreador de la firma, citado el Times.
Con la pandemia de coronavirus azotando la nación la carrera presidencial se vio afectada y la vida nacional se redujo a conversaciones a través de internet y las redes sociales. La campaña, de nuevo, tiene un peso clave en Facebook, Instagram y Twitter. Pero como pocas, o ninguna, es personalista, viaja entre círculos familiares y de amigos con un efecto de transmisión instantáneo y en muchos casos sin posibilidad de verificarse.
Históricamente el mensaje apenas ha llegado en español por parte de los políticos estadounidenses, y en momentos como una elección presidencial, los aspirantes a la Casa Blanca pujan por ganar votos sobre un terreno que sus partidos no suelen cultivar adecuadamente en este idioma. Pero el idioma hoy importa, y mucho.
Utilizando los datos de la biblioteca de anuncios de Facebook, Equis Labs, un grupo de investigación latino, estudió 20.000 anuncios en español desde marzo de 2019 hasta el 1 de agosto de 2020, y halló que “solo Barnie Sanders gastó más de 1% de su presupuesto digital en anuncios en español, y algunos candidatos nada en absoluto” en las primarias.
Durante esos siete meses Biden apenas desembolsó 20 mil dólares en anuncias en español en Facebook comparado con los 11 millones de dólares gastados para publicidad en inglés.
Las razones son un árbol lleno de frutos, pero la manzana de la discordia deja el sabor de que ambos partidos, sobre todo el demócrata, apenas gastó dinero en influyentes redes sociales como Facebook a la hora de buscar el voto de hispanohablantes durante las primarias, halló el estudio de Equis Labs.
“Los votantes latinos que dominan el español son fundamentales para las elecciones de 2020, y se necesitan programas, mensajes y estrategias para llegar a ellos”, fue una de las conclusiones del estudio.
A pesar de que Biden fue dos veces vicepresidente de un gobierno tan popular y mediático como el de Obama, para muchos latinos en EEUU este veterano político era un personaje desconocido, por lo que cimentar su imagen frente a un showman como Trump fue un desafío.
“Recomendamos que los creadores de contenido se centraran en algunas conclusiones clave como presentar la visión del exvicepresidente como audaz, alguien con fuerza, un progresista pero sin llamarlo como tal”, recomendaron los expertos de Equis Labs.
En junio 2019 la campaña de Trump promovió “Latinos for Trump” con un gasto total de 125 mil dólares, una cifra demasiado modesta para el espectro de la población hispana.
Su enfoque sobre tres estados con mayoría latina (Florida, Texas y Arizona) buscaba “definir la imagen del presidente” y su legado estos años en la Casa Blanca hacia el conjunto del país. Sus asesores apuntaron, además, a estrategias que iban desde peticiones firmadas al mandatario “e incluso ofrecer participar en un concurso para conocer a Trump”, dice el informe de Equis Labs.
Poderes especiales a la red Durante tres semanas de octubre de 2020 Proyecto ITEMP siguió un aluvión de propaganda a través de la red social Instagram y algunas conversaciones grupales desde la red de mensajería por celular, WhatsApp, para medir la tendencia del discurso, la cadena de difusión y su potencial impacto entre las comunidades de habla hispana.
Algunos de los resultados se obtuvieron desde CrowdTangle, una herramienta de información pública de Facebook que ayuda a seguir, analizar e informar sobre lo que sucede en las redes sociales más populares.
CrowdTangle permite obtener información sobre cómo se discuten ciertos temas y eventos en Facebook, Instagram, Reddit y Twitter. Si bien la herramienta está restringida para un conjunto de medios y organizaciones afiliadas, ITEMP utilizó el recurso público dedicado a las elecciones estadounidenses.
En septiembre de este año hubo 2,5 millones de interacciones de más de una docena de grupos de Facebook en Florida donde 31% de las discusiones las concentró el grupo “Florida for Biden/Harris” con 786,819 interacciones y hasta 6,848 post vinculados a la campaña demócrata.
Los grupos de Facebook “Joe Biden for Florida” y “Cubanos con Biden” ocuparon el segundo y tercer lugar, respectivamente, con mayores interacciones y posts publicados en septiembre. No obstante, el número de miembros en este último no superaba los 700 y la fecha de creación fue el 30 de septiembre.
A medida que el presidente Trump impulsó el rechazo hacia Biden dentro del electorado cubano y venezolano como un “amigo de los comunistas” el mensaje se cimentó en Florida como el riesgo de que Estados Unidos vire hacia un modelo socialista como el de La Habana y Caracas gracias al auge de una izquierda más radical dentro del partido demócrata.
Los cubanos son la tercera mayor comunidad de origen hispano en Estados Unidos con algo más de 2,3 millones, calcula la Oficina del Censo. Cerca del 54% de los ciudadanos naturalizados que son votantes elegibles en Florida son latinos, la cifra más alta de la nación, según el Pew.
Esa gran mayoría viene de Cuba y en menor grado de Venezuela, con mucho la comunidad de mayor crecimiento, de acuerdo con el Pew.
Los votantes elegibles no son los mismos que los votantes registrados. Los votantes elegibles son ciudadanos estadounidenses adultos, pero no todos los votantes elegibles se han registrado para votar, aclara la encuestadora.
De 2010 a 2018 la población venezolana en Estados Unidos aumentó 106% alcanzando los 492.000. Unos 75 mil de ellos ya son ciudadanos estadounidenses con derecho a votar, de acuerdo con la Oficina del Censo.
Cuando Trump acusa a Biden y los demócratas de apoyar el socialismo no solo apunta a avivar el miedo nacional, sino con los dardos hacia Florida que históricamente es un estado clave, dice Carlos Tagliafico, un empresario y politólogo de la Universidad Internacional de Florida (FIU), radicado en Miami.
En las elecciones de 2016, cuando Trump ganó la presidencia frente a la candidata demócrata, Hilary Clinton, solo 10.000 votos marcaron la diferencia para darle la victoria a los republicanos. Atrás quedó la buena racha para los demócratas cuando en 2008 y 2012 los floridanos llevaron a Obama a la Casa Blanca.
ITEMP halló 42 cuentas de Twitter desde los cuatro puntos cardinales de los dos mayores condados del sur de Florida –Miami Dade y Broward–, donde las publicaciones tenían el mismo mensaje: Biden respalda el socialismo, nadie lo conoce, es un “politiquero”.
En la ciudad de Hialeah, el bastión de la comunidad cubana en el condado de Miami Dade, abundan mensajes a través de Instagram alusivos a Biden y la supuesta tendencia del partido demócrata a apoyar la izquierda radical o ideas del dictador Fidel Castro, un recado que se repetía con el mismo tono entre cuentas de Instagram de residentes en la ciudad de Doral, que alberga un grueso de la diáspora venezolana en el sur de Florida.
“En general, está claro que los votantes latinos no saben lo suficiente sobre Biden y sus políticas. Comunicarse con los votantes latinos sobre Biden es crítico y esto no puede esperar”, advirtieron los expertos de Equis Labs en agosto cuando estudiaron el impacto de los anuncios en español en las elecciones de 2020.
A medida que el electorado hispano en Florida, sobre todo los cubanos y venezolanos, encasillan la campaña de Biden en el “comunismo” más difícil será llevar el debate a los temas clave que afectan el país.
“El mensaje más contundente que está dejando Estados Unidos, es que es vulnerable. En mi caso lo puedo comparar con mi país de origen, Venezuela. La desinformación sólo prevalece si el votante no es educado para tomar la decisión correcta”, sugiere Tagliafico.
A principios de 2019 , una investigación del Pew descubrió que 55% de los estadounidenses tenía una impresión negativa del “socialismo”, mientras que 42% expresaba una opinión positiva, describió Hannah Hartig una investigadora que se centra en la política estadounidense en esta organización.
Para una buena parte de los americanos ese modelo político ha fracasado históricamente en otros países, como Venezuela o Rusia, halló el estudio. Una proporción comparable de personas con impresiones negativas del socialismo (17%) dice que no es consistente con la democracia en Estados Unidos o simplemente no es adecuado para el país.
De allí que avivar las brasas del marxismo o comunismo, como en las campañas electorales de la Guerra Fría, ha sido una estrategia que a Trump le surte efecto en algunos estados de la nación.
Sin embargo, con el coronavirus propagándose de nuevo por Estados Unidos y más de 220 mil muertos a cuesta, una gran mayoría de votantes hispanos registrados dicen que la economía, la atención médica y el brote de COVID-19 son muy importantes para su voto en estas elecciones, mostró una encuesta del Pew publicada en septiembre.
La población hispana en el país alcanzó los 60,6 millones en 2019, frente a los 50,7 millones en 2010. Esto convierte a la comunidad en el segundo grupo racial o étnico de más rápido crecimiento después de los asiático-americanos. Con el tiempo, endosar su respaldo ha sido determinante para llegar a la Casa Blanca, el Congreso, el Senado y cualquier cargo público.
Los hispanos constituían 18% de la población del país en 2019, frente al 16% en 2010 y solo el 5% en 1970, un ejemplo de cómo su voz tiene cada vez más poder en la política doméstica.
Según los últimos estudios de opinión el exvicepresidente Biden supera a Trump en los cinco principales estados con población hispana dominante, aunque esto no asegura una victoria demócrata para el 3 de noviembre, como lo evidenció la elección de 2016.
En nueve puntos porcentuales a nivel nacional, Biden avanza sobre Trump, mientras que los demócratas tienen una ventaja de siete puntos sobre los republicanos en la boleta del Congreso, de acuerdo con un sondeo del 22 de octubre elaborado por Morning Consult, una encuestadora que maneja inteligencia de datos.
En las últimas tres semanas Biden ha sostenido una ligera ventaja en Florida sobre su adversario que ronda los seis puntos (52% a 45%) según Morning Consult cuyos expertos advirtieron que a medida que la carrera entra en el momento decisivo, Trump no logra recuperar terreno en estados clave.
Oportunidades La principal bandera de Biden para la comunidad venezolana y sus ciudadanos indocumentados se ha enfocado en ofrecerles un Estatus de Protección Temporal (TPS) que les permita trabajar mientras regresan a su país gobernado por la dictadura de Nicolás Maduro.
Al mismo tiempo, el exvicepresidente de Obama se ha comprometido a mantener la firmeza contra Maduro, aunque en sus alocuciones y entrevistas se ha negado a plantear elementos de su eventual política exterior hacia Venezuela.
Lo que ocurra en adelante en el país suramericano incidirá en Cuba si duda, por lo cual los votantes de ambos países tienen intereses comunes sobre cualquiera de los candidatos. Trump a lo largo de su administración se caracterizó por una línea más férrea contra La Habana y Maduro lo que impulsó su popularidad en Florida.
El cómo Biden maneje la situación es una incógnita imposible de descifrar por ahora.
Dislocar la realidad Pero un reflejo de los extremos a lo que se enfrentan los votantes quedó en evidencia luego del último debate presidencial del 22 de octubre en la Universidad de Belmont en Nashville, Tennessee. Allí Biden prometió que en su nueva agenda ambientalista buscaría reducir, con el tiempo, la dependencia de Estados Unidos del petróleo encaminando al país al uso de la energía verde.
En Miami los periódicos conservadores, alineados con la reelección de Trump, y cercanos al exilio venezolano y cubano, tergiversaron la propuesta del vicepresidente con titulares como “Biden admite que destruirá la industria petrolera”, lo cual se aleja del discurso de aquella noche. Por el contrario, esa afirmación fue un comentario del presidente Trump que luego corrió como pólvora en los estados petroleros del país.
El equipo de campaña del Biden para Florida no respondió a las solicitudes de comentarios para esta historia. Dos grupos de latinos que respaldan al exvicepresidente tampoco lo hicieron. La campaña de Trump no devolvió un cuestionario de preguntas del tema.
Desde la última contienda presidencial, en 2016, la ventaja de los demócratas sobre los republicanos registrados para votar en Florida se ha reducido drásticamente, lo que podría tener un impacto clave para el 3 de noviembre por márgenes, incluso, muy estrechos, según un análisis del Pew sobre datos del gobierno del estado de Florida.
Para estas elecciones, como en pocas de la vida nacional, son muchos aspectos los que están en juego sobre lo que son los Estados Unidos. Las agendas de ambos candidatos son diametralmente opuestas en un ambiente de excesiva polarización.
Los latinos tienen ahora, como en pocas oportunidades, el poder de determinar el curso del país no solo sobre la agenda tradicional con las que se les suele etiquetar -la inmigración-, sino una variedad de asuntos como la economía, la salud o defensa, que al final impactan su vida diaria como a cualquier ciudadano sin distinción de raza, origen o color de piel.
La noche de las próximas elecciones podría significar no solo el final de una era, sino el comienzo de una nueva realidad que marcará la forma de hacer política en los próximos años lejos de la tradición vista hasta ahora.
El martes 3 de noviembre los americanos, sin importar su origen, medirán el efecto de la desinformación, las calumnias, los mitos y realidades, como una prueba de si la nación es capaz de superar los obstáculos del intervencionismo extranjero o las revanchas para sanar la división que la propia realidad trajo consigo.