Al agente Kevin “Jake” Carter le ocurrió lo que ninguno de sus antecesores podrá decir jamás. Asumió en febrero de este año el cargo como jefe de la división de campo de la DEA en Miami, cuando una pandemia global estaba por sumir a la nación en un estado de emergencia sin precedentes, afectando el tráfico ilegal de drogas, paralizando las economías, y, quizá, redescribiendo el curso de la historia.
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